Para dos personas que frecuentan los mismos ambientes online y viven en Barcelona, es bastante raro que Mar Manrique y yo no nos hayamos conocido nunca en persona. Supongo que si alguien hiciese un mapa temporal de toda nuestra vida en la ciudad, saldría que hemos estado en el mismo evento unas cuantas veces, que nos hemos cruzado a pocos centímetros de distancia otras cuantas caminando por la calle. En la red es otra cosa.
Mar tiene una newsletter dominguera que sigo fervientemente, en la que hace uno de los approaches al mundo del periodismo más logrados, más 2024, menos carca, que he visto en estos años que llevo en internet. La industria de los medios vive en un cambio constante que se ha acelerado en los últimos años (el paso del papel al digital, los nuevos formatos como el podcast, la adaptación al ecosistema de titulares de las RRSS, o la IA, te puedes imaginar que los temas no se le acaban), y Fleet Street surfea la ola haciendo el pino sobre la tabla.
La admiro un montón. Es metódica, inteligente y profesional de una manera en la que esta newsletter luce a garabato- pero al mismo tiempo tengo mucha curiosidad de saber qué hay en los marcadores de Mar más allá de artículos que sirvan de fuente (en mi cabeza tiene carpetas de ellas) para escribir cosas como una persona que muy por dentro, aún aborda el concepto del periodismo con cierto idealismo. Yo quiero ver sus tabs en incógnito, las newsletters que le llegan a ella y sus likes ocultos de tiktok.
Mar dice:
“Cuando Ainhoa me propuso escribir en gárgola digital, mi reacción superficial fue qué ilusión; la interna fue ¿estoy suficientemente puesta en internet para traer cuestiones que resulten sorprendentes y curiosas a un grupo de personas que ya son internet-friendly? Tuve síndrome del impostor momentáneo versión crónicamente online.
Mi nivel de conocimiento de la cultura de internet varía según los círculos en los que me muevo. Si hablo sobre Cleo Abram o Kaya Yurieff en mi grupo del colegio, me mirarán con cara de eing?, pero si charlo sobre ellas con Janira Planes y Marina Enrich será como estar en una clase 101 de internet culture. En el grupo de la universidad podemos comentar el último episodio de Ciberlocutorio y todas asentirían con la cabeza, pero no estoy muy segura de con quién podría debatir sobre el posible divorcio entre Kyle Richards y Mauricio Umansky (solo conocerás estos nombres si ves Mujeres Ricas de Beverly Hills).
Lo que me hace entender una cosa: internet son pequeñas burbujas compartidas entre personas con las que tienes intereses, profesión o formas de hacer similares. Así que espero que mi burbuja (o la combinación de todas ellas) te parezca interesante.”
A parte de en su newsletter, a Mar la podéis encontrar en su twitter, su instagram, y colaborando en La Vanguardia y S Moda (en S Moda tuvo una sección veraniega en la edición digital del 2022 llamada 'Cómo desconecto', con entrevistas a gente a la que admira, y ha escrito artículos como este)
10 cosas que forman parte de mi burbuja de internet
1- Little Manyu. Hay varias cosas que me generan un chute de dopamina a través de la pantalla, entre ellas los vídeos de perros en sesiones de spa caseras. Soy de la Generación Z, pero a veces no lo parece, y lo digo por lo siguiente: a Little Manyu, un shiba inu con más de 7 millones de suscriptores en YouTube, lo descubrí a través de Shorts. Ese perro tiene más artilugios de skincare de los que yo he conseguido reunir en mis 25 años de vida: le untan crema en la nariz, le ponen una especie de vaselina en las patitas y le limpian las orejas con unas toallitas que se ajustan a los dedos. No todos podemos estar tan bien cuidados como Little Manyu, pero podemos conformarnos con mirarlo.
2- Hate Read, de Delia Cai. Cuando empecé a escribir mi newsletter (momento spam: Fleet Street, seguidla!!!!), uno de los boletines en los que tenía la mirada puesta era Deez Links, de la escritora, personalidad de internet y periodista Delia Cai. Hacía tiempo que Delia no escribía de forma regular en Deez Links hasta que sus correos volvieron a mi buzón con Hate Read, una pop-up newsletter, que dura lo mismo que el producto que cubre o lo que el autor quiere, dentro de Deez Links. En Hate Read, Delia ha llamado a sus amigos de internet para que escriban anónimamente sobre las cosas que odian. ¿Por qué? Por dos motivos, textuales: “porque la mayoría de cosas apestan y para que internet vuelva a ser divertido”. Mi hate read favorito de todos es este sobre las fiestas de los medios. Y si la idea te gusta, te aconsejo que sigas Fleet Street porque se avecina un junio calentito.
3- Los chismes en Wikipedia. ¿Existe algo más satisfactorio que enterarse de la vida privada de los famosos a través del bloque ‘Vida personal’ de Wikipedia? No lo creo. Con menos de 12 años podía pasarme la tarde entera conociendo los entresijos vitales de los protagonistas de las series de Disney Channel. No tengo mucho más que añadir, solo quiero reivindicarlo. Gracias a quien indaga en los cotilleos de los famosos para luego explicarlos ahí. <3
Lo que te puede llevar a pensar…
4- The Pudding.cool es una página web que aúna periodismo, pop culture y visualización de datos. Hacen un tema al mes y a pesar de que no tengo ni idea de cómo deben monetizar su contenido, no he logrado ver la cobertura de sus temas en otros sitios. Varios ejemplos: “¿Cómo se ve un felices para siempre? Analizamos más de 1.400 portadas de novelas románticas para averiguar qué elementos visuales se usan”, “24 horas en una epidemia invisible” o “Nos damos de baja de 16 servicios de suscripción y documentamos las formas en que las empresas lo complican”.
5- ASMR (no hagas scroll, que tal vez entras al trapo). Siento que estoy confesando mi extraña adicción. Hola, soy Mar y me gusta ver ASMR. Pero NO de cualquier tipo (es importante recalcarlo), solo de aquel que simula estar en un spa (otra vez, es que es grave). Empecé a ver ASMR con Anil, un barbero turco al que sus seguidores en YouTube le encuentran un parecido con Leonardo DiCaprio. Es poco cuidadoso con las cabelleras femeninas, por lo que no es demasiado relajante. Hubo un tiempo en el que mi novio me decía “Relax, bro”, como hacía Anil, y me ponía dos dedos en el ceño para que dejara de fruncirlo. Ahora soy fan de Semide y ASMR Twix y sé que si algún día viajo a Japón haré una visita a los spas capilares y faciales donde graba.
6- ¿Quién fue el único votante de Podemos en La Moraleja, el barrio más rico de España, en las elecciones de mayo de 2021? De esa pregunta nace el podcast Misterio en la Moraleja, dirigido por Eva Lamarca y producido por Spotify. Es una pequeña joyita del verano de 2022, pero ante la ola de contenidos e información que tenemos que surfear a diario, puede que no lo hayas escuchado. Así que apúntalo para el trayecto en el transporte público o para cuando quieras.
7- Son pocas las veces en las que recuerdo un artículo. It's sad, but it’s true. Este de Nora Ephron para The New Yorker es uno de los pocos que, a pesar de haber leído hace años, recuerdo cómo me hizo sentir. Además, venía recomendado por Leticia Vila-Sanjuán. En Moving on, a love story, Nora cuenta una historia de amor (y desamor) con su apartamento en el emblemático edificio Apthorp, en el Upper West Side de Manhattan.
8- El formato estrella. Si te interesa la cultura de internet, las redes sociales, la tecnología y como converge todo eso con la comunicación, te recomiendo tres newsletters: Link in Bio, de Rachel Karten; Embedded, de Kate Lindsay y Feed Me, de Emily Sundberg. La última me hace pensar a diario si pagar por su contenido.
9- Yo también quiero desayunar tortitas por las mañanas y levantarme en Los Hamptons. No soy creativa en la cocina, casi nunca saco tiempo para cocinar algo más elaborado que cualquier cosa a la plancha y a menudo envidio el tupper de mis compañeras de trabajo, pero me encanta el contenido gastronómico en cualquier formato: las recomendaciones de restaurantes; los realities; las recetas e incluso las newsletters. En este sentido, hay dos cosas que no me pierdo: la newsletter de cocina del New York Times –por su estética– y los tiktoks de jornadas laborales de chefs privados. El pasado verano seguí la pista de @wishbonekitchen, una chef que pasó la temporada estival como cocinera en Los Hamptons, y la de Rob Li, otro chef que estuvo trabajando en Los Hamptons en verano y ahora es el cocinero privado de la “icono de moda” Jenna Lyons en Nueva York (yo no la conocía, la verdad).
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10- Ser periodista significa estar obsesionada con cualquier producto cultural en el que aparezca un periodista: una serie, un libro, un pódcast…Esto es así. Por eso, me he obsesionado con estas dos series: Tokyo Vice y Las chicas del autobús, ambas en HBO Max. Ya sabes qué plataforma de streaming pago, jeje. Tokyo Vice está basada en una historia real, la del periodista estadounidense Jake Adelstein y cómo se metió en un embrollo con la Yakuza por investigarla para uno de los periódicos más seguidos de Japón. Las chicas del autobús está inspirada en las memorias de una periodista del NYT, pero la serie es mucho más dramática: sigue a cuatro periodistas (de medios tradicionales y nuevas plataformas) en su cobertura de la campaña presidencial para escoger al candidato demócrata a la Casa Blanca.
Bonus. No sé cómo llegué a este Excel colaborativo en el que la gente escribe cosas que quiere decirle a su ex y no ha podido. Mejor que mandarle un WhatsApp…
Gracias por ese excel final
Aquí otra fan de ASMR Twix para siempre arrepentida de haber ido hace poco a Japón y no haber visitado un head spa