Una le pregunta a Delia Rodriguez si le apetece participar como invitada en su newsletter como quien le pregunta a Keanu Reeves si quiere ir a su boda - con la eufória del momento y pocas esperanzas de que la otra persona vaya a encontrar interesante la propuesta, mucho menos encontrar tiempo para ella. Porque, Delia es amiga, pero también es subdirectora de La Vanguardia, fundadora de Verne –la web de cultura digital de El País – y la primera directora digital de la Secretaría de Estado de Comunicación. Fue subdirectora digital de desarrollo de audiencias en el principal medio en español de Estados Unidos, Univision Noticias, lanzó la web de la revista S Moda y ejerció como redactora jefa de El HuffPost en su creación. Es autora de un ensayo que adelantó la influencia de la viralidad en la sociedad y los medios, Memecracia. Y lejos de decirme que está muy ocupada (seguro que lo está) Delia me dijo:
Lo que más me gusta de Delia es que es totalmente inconformista con lo que conoce. Es popular la idea de que uno al llegar a cierto punto álgido de la vida tiene permiso para apalancarse, tirar de nostalgia. Pero para mi es obvio que el motor en Delia es la curiosidad y no el estatus, lo que hace que siga manteniendo un ojo en todo lo nuevo y todo lo que viene. A veces tengo el privilegio de quedar con ella y escuchar todo lo que tiene que decir en persona, pero si no lo más cercano a la experiencia es su newsletter “Leer, escribir, internet”, y darle un vistazo a su cuenta de Twitter (y a su Linkedin por si Twitter queda obsoleto un día de estos).
Delia me escribe:
“Querida Ainhoa,
Te agradezco mucho que me hayas invitado a invadir tu newsletter y las cabezas de quienes te leen. Me hace especial ilusión porque soy una señora de internet. Eso quiere decir dos cosas: una, que llevo ya muchísimo tiempo perdido conectada; y dos, que a veces me cuesta recordar por qué me divierte tantísimo hacerlo.
Soy Gen X tardía y parte de la primera generación que contó su vida en internet. Esa época bloguera coincidió más o menos con la primera edición de Gran Hermano y de OT y, como decían ellos, que por alguna razón no se acababan de enterar de que estaban rodeados de cámaras, “nunca pensé que esto fuera a tener tanta repercusión”. Profesionalmente me he dedicado al periodismo digital, he pensado y escrito mucho sobre internet, y mi visión actual es muy oscura. Estamos en manos de monos con pistolas.
Como uno de mis grandes descubrimientos de los últimos tiempos es tu newsletter (qué gusto entrar en un buen agujero de gusano y salir una hora después, despeinada, llegando tarde a algún sitio y sin saber por qué coño ahora eres una experta sobre ese tema random), me encantaría devolver un poco de esa sabiduría y recomendar a tu comunidad diez cosas que sostienen mi fe en internet en este momento. Casi todo tiene que ver con el placer del descubrimiento, el azar y ver las cosas a través de los ojos de extraños con los que, vete tú a saber por qué, conectas.”
🥹
10 cosas para recuperar la fe en internet
1- Mi colección de seres humanos favoritos del momento. Los podcasts y TikTok me incitan a relaciones parasociales más profundas que otros lugares, así que ahora estoy muy enamorada de varias personas, aunque Kirill siempre será único. Elijo a tres:
- James, el peluquero respetuoso, un ser mitológico cuyos vídeos consisten en un 95% de tiempo escuchando a sus clientas y un 5% dejándolas guapísimas y contentas. Es tan educado que cuando les pide fotos de referencia, se aparta para no entrometerse en sus móviles.
- Andrea, alguien que se divierte vistiéndose. Me parece una de las personas más inteligentes de internet. Por cómo edita, por cómo ha cambiado su performance desde los primeros vídeos, por su sentido estético que no tiene nada que ver con el de las creadoras de contenidos de moda, porque hace lo que le da la gana.
- Mandoka, la mexicana que cuenta historias mientras cocina. El universo de esta mujer es realismo mágico envolvente, suave, fascinante, sensorial, una maravilla.
2 - Comprar y vender cosas bonitas. Esta etapa del capitalismo es un caos, pero al menos nos permite descubrir negocios independientes y gastar el dinero en ellos. Últimamente me flipan la papelería y las camisetas de las chicas de Furia. Salvaje, la preciosa revista de papel sobre el campo de mi pareja, Guillermo, alimenta mi fantasía de una vida al aire libre. En su caso, la red es solo una plataforma de marketing y de compra, porque colgar los contenidos es un modelo insostenible para un medio pequeño. En realidad, yo solo quiero ir a coger setas.
3 - Booktok, la comunidad de libros de TikTok. He decidido hacer menos caso en la recomendación de lecturas a mis amistades, goodreads y prensa cultural y más a la intuición, a los libros que se encadenan con otros y al algoritmo de Booktok, y funciona. Días apasionantes, de Naoise Dolan, me encantó.
4 - Cuanto más agresivo se pone el bosque oscuro de internet, con sus plataformas, algoritmos y hordas enloquecidas, y más se habla del fin del internet útil por la invasión de contenidos artificiales inservibles, más me reconfortan las comunidades cerradas que crecen alrededor de una persona y su visión del mundo. Algunos de estos pequeños internet son de pago, otros no. Admiro lo bien que lo hacen Jesús Terrés, Erika Irusta o Cristina Mitre, aunque no son para todo el mundo. Yo siempre he sentido una afinidad especial con Carmen Pacheco, otra dama de internet curtida en mil batallas, y recomiendo sus cartas y su comunidad de Telegram.
5 - Hablando de libros y de Pacheco, procedo a compartir un consejo que me dio y que me ha funcionado para romper rachas de bloqueo: lee en el móvil libros enteros, qué más da, no pasa nada. En lugar de abrir Twitter esos diez minutos muertos abre Kindle. Lee en el móvil antes de dormir, total, ya lo haces. Además están las apps gratuitas de las bibliotecas públicas (en Madrid, eBiblio), y puedes cambiar las claves con algún amigo que viva en otro país para acceder a otros idiomas. A veces solo hace falta un cambio de perspectiva.
6 - Os regalo muchas horas de navegación resumidas: el gif mágico para bajar la ansiedad (solo hay que respirar siguiendo el movimiento del círculo) y el tiktok mágico para liberar tensión en mandíbula y sienes. Internet es un gran sitio para entender qué te pasa y qué puedes hacer para empezar a arreglarlo.
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7- También me gusta internet porque ahí están las personas que mejor piensan sobre internet. En español hay que estar suscrita a esta newsletter, pero eso quienes estamos aquí ya lo sabemos. También hay que seguir a Janira Planes. Y fuera, me están encantando Coco Mocoe y Jules Terpak. De los viejos conocidos, aún no he leído ni el libro de Taylor Lorenz Extremely Online ni el de Ben Smith Traffic, pero lo haré y me gustarán. Las Amiguers hacen buenos resúmenes de tendencias en audio.
8 - Estoy redescubriendo el poder de la navegación deliberada y consciente. Por trabajo (y obsesión personal) tengo que estar al día sobre inteligencia artificial, así que he creado una rutina que funciona para cualquier interés. Me he suscrito a unas pocas buenas newsletters y las he agrupado en una carpeta de correo con un filtro. He creado una lista en Twitter y he dejado que el “para ti” haga su magia. He guardado en marcadores las páginas de tag y las búsquedas con palabras clave de los medios de los que me fío. Una vez a la semana, me concentro y lo leo todo. Es muy obvio, pero es la única manera de profundizar en algo y no dejarse arrastrar por la deriva. Todo sería más fácil si Google no se hubiera cargado Google Reader.
9 - La increíble historia de los papiros de Herculano.
10 - Los grupos de Whatsapp de perros perdidos. Este verano se escapó Jack mientras estábamos de vacaciones en la otra punta de España, y lo recuperamos gracias a una panda de desconocidos de nuestro barrio muy bien organizados que se desplegaron sobre el terreno y que sabían exactamente qué hacer. Además de recuperar la fe en internet, me hicieron recuperar un poco la fe en la humanidad.
Simplemente gracias 🖤
Brutal, demasiadas refes. Demasiadas 💜